LA PLAZA

¿No quieres caldo? ¡Toma tres tazas!

Si está caliente, sopla y luego para la boca. ¡Qué ricos están! De pollo o verdura, un buen caldo nunca dura. Te contamos los trucos para hacer el caldito perfecto.

Llegas a casa con el frío metido en los huesos. Preparas la estufita o la chimenea y te pones a cocinar. Piensa en una receta. ¿La tienes? Humm, ¡cómo huele! Si es que hemos pensado lo mismo. Un sabroso caldo que te reconforte y te haga entrar en calor. Venga, toma papel y lápiz, que te vamos a dar unos buenos consejos y a recordarte cómo hacer el mejor caldo posible.

 

El caldo perfecto paso a paso

 

1. Ingredientes a la olla

Dicen que un buen caldo de gallina a los muertos resucita. Los caldos normalmente se preparan con pollo, carne, pescado o marisco. Con independencia del alimento principal, todos deben tener una base de verduras. Un poquito de cebolla, zanahoria quizá, puerro e incluso apio. A partir de ahí, tienes vía libre para empezar. Recuerda de todas maneras que debes controlar tus impulsos. Sabemos que es tentador liberar el frigorífico de las sobras para echárselas al caldo, pero usa la cabeza. No querrás que te salga demasiado concentrado, ¿verdad?

 

La clave es echarle agua que cubra hasta un par de dedos por encima de los ingredientes.

 

Si tienes en la nevera un trozo de apio sin usar, eso es una señal. El caldo te llama. Utiliza también las espinas y cabezas de pescados –la del rape es un manjar–. Pero ojo, no vale cualquier resto. Una cosa son las sobras y otra los alimentos en dudoso buen estado. Además, hoy en día es sencillo encontrar productos frescos a buen precio en tu mercado de abasto. ¡Sabor!

 

2. El tiempo todo lo cura

Cuidado con las leyendas del tiempo y el caldo porque no son siempre buenas consejeras. Está claro que buscas quitarle el sabor a los alimentos sólidos para dárselo al líquido. Esto no siempre se consigue con un mayor tiempo en el fuego. Por ejemplo, los de pescado con 20 minutos están listos. En una horita tendrás los de verduras. Y para los de la carne, un par de horas son suficientes. También puedes optar por una olla a presión si tienes prisa. No hay mucha ciencia. Prueba los ingredientes. Si no saben a nada, el caldo estará delicioso.

 

3. Fuera impurezas

La grasa que flota debe ser tu enemiga. Cuando esté preparado, debes colarlo y enfriarlo. Se formará una capa de grasa que se quita muy fácilmente. Recuerda también que hay que quitarle la espuma cuando empiece a hervir.

 

Terminamos con algunos trucos más. Si quieres que el caldo te salga con color, dora antes la carne. Eso sí, mezcla con algo de carne cruda para darle consistencia al líquido. Si quieres darle una nota de olor, aromatiza con un vinito. Los blancos para los caldos claritos y los tintos para los oscuros.

 

Bebe caldo, vive en alto. Anda caliente y vivirás largamente. Te hidrata en invierno, época en la que bebes menos líquido, y te mantiene cálido. Además, los caldos son muy bajos en calorías –alimentan mucho y hacen que no engordes– y recogen algunas de las propiedades de las verduras, el pescado o la carne que les eches.

 

A quien no quiere caldo, tres tazas y la última rebosando.

 

¿Has apuntado todos los trucos? Hala, a ponerse el delantal y a cocinar, comer y disfrutar, que el mundo se va a acabar.