LA PLAZA

Menudos callos hay en la olla

Nos ponemos el delantal de la abuela para hablar de callos y guisos caseros. Una receta fantástica para tiempos fríos.

Se acerca el invierno, como dice la familia de una conocida saga literaria, imagina cuál. Y para el frío, nada mejor que un buen guiso de los de toda la vida. Pocas cosas te harán entrar tanto en calor como una deliciosa receta casera. Por eso te vamos a hablar de uno de los platos más típicos en España: los callos. ¿Qué son? ¿Cómo se preparan? En breve salimos de dudas.

 

Los callos suelen proceder generalmente del cerdo o de la ternera. Aunque su definición pueda producir cierto rechazo, la realidad es que son todo un manjar y una explosión de sabor en tu paladar. Se trata de despojos comestibles de estos animales, concretamente de la tripa o el estómago. Se preparan habitualmente guisados, con garbanzos, morcilla y alimentos similares.

 

Un plato único que aporta muchas calorías para los duros inviernos.

 

Aunque hoy en día es normal encontrar los callos ya limpios en el mercado, siempre conviene limpiarlos nuevamente cuando los vas a preparar en casa. Basta con lavarlos bajo un chorro de agua y con un poco de vinagre. Cuando ya están completamente limpios, debes blanquearlos. Con el blanqueo consigues quitarles el exceso de sabor. Es un proceso sencillo, basta con cortar los callos en trozos y meterlos en una cazuela con agua fría al fuego. Deja que hiervan unos cinco minutos y retíralos con la espumadera. Un último chorro de agua fría sobre ellos y los tendrás listos para cocinar.

 

Receta de callos con garbanzos

 

Tanto hablar de callos y de menudo nos ha abierto el apetito. Seguro que a ti también, así que nada mejor que compartir contigo una deliciosa receta de callos con garbanzos. Ve a por papel y lápiz, y no olvides el babero.

 

Vamos a hacer una buena olla de menudo con garbanzos para seis personas. Como ingredientes vamos a necesitar un kilo de callos de cerdo o ternera –los que más te gusten, pregúntale a tu carnicero de La Plaza de DIA–, 200 gramos de garbanzos, una cebolla de tamaño medianito, una cabeza de ajos, un chorizo para guisar y una pieza de jamón serrano. Además, un poco de perejil en rama, una hoja de laurel, pimienta negra en grano, pimentón dulce, pimentón picante, aceite de oliva, nuez moscada, cominos en polvo y cinco clavos de olor. ¡Listo!

 

Comenzamos a trabajar el día anterior a la preparación del guiso. Corta los callos, ya limpios, en trozos pequeños y cuécelos con agua –solo hasta que queden cubiertos–, perejil, la cabeza de ajos y  sal. Más o menos una horita, hasta que queden bien tiernos. Guarda el agua de la cocción con el perejil y los ajitos, y pon en remojo los garbanzos. Al día siguiente, pon en una cazuela aceite con la cebolla, el jamón y el chorizo picados. Añade el perejil y los ajos –hechos un purecito– que habías reservado en la víspera. Remueve un poco y añade el pimentón con los callos para saltear todo. Ahora cubre con agua –la de la cocción de los callos que habías reservado en la víspera–, los clavos, la pimienta, el laurel, los cominos y la nuez moscada. Guisa todo eso unos diez minutos.

 

Turno para los garbanzosCuécelos en una olla a presión con el laurel y cuando estén tiernos añádelos al guiso de los callos en seco. No tires el agua de la cocción, ya que te servirá para regular el nivel de líquido del guiso. Mueve todo con movimientos de vaivén hasta que espese la salsa. Si aún así se te queda un poco líquida, retira algunos garbanzos y haz un puré con ellos para espesarla. Sirve bien caliente y venga, a mojar pan.

 

¿Te ha gustado la receta? Venga, pues deja de leer y ponte manos a la obra, que seguro que en tu familia van a agradecer este pedazo de guiso casero. ¡Rico, rico!