LA PLAZA

Los turrones no son solo para glotones

En Navidad, a comer turrones te pones. Deliciosos, aromáticos y muy adictivos. Tienen un no sé qué, que qué sé yo, ¿verdad?

Un dulce cuyos orígenes datan del siglo XVI en la villa de Sexona, Jijona en la actualidad. Cuenta la leyenda que un rey se enamoró de una princesa del norte de Europa y que para que esta no estuviese triste añorando la nieve de su tierra plantó miles de almendros. Cuando estos florecieron, apareció un paisaje blanquecino que recuperó la felicidad de la dama. ¿Qué hicieron con todos los frutos? Los campesinos aprendieron a tratar las almendras para convertirlas en lo que hoy en día se conoce como turrón.

 

¿Sabías que existe un Real Decreto en España que habla sobre la forma de hacer y vender los turrones y mazapanes? Según esto, podemos distinguir hasta tres tipos de turrones:

 

  • Turrón: masa que se obtiene tras cocer miel y azúcar y a la que posteriormente se le añaden almendras. Así, existen el duro ­–con las almendras enteras– o blando –los frutos secos están molidos–.
  • Turrones diversos: masa, que no tiene que estar cocida necesariamente, con miel y/o azúcar e ingredientes como las avellanas, nueces y otros frutos secos. En esta categoría entran infinidad de tipos como los que llevan cacao, coco, licores, gelatinas, etc.
  • Turrones con féculas: son iguales que los dos anteriores pero llevan como añadido harinas o féculas.

 

El de Jijona es el más famoso de los turrones tradicionales. Tiene hasta una denominación de origen. Según la cantidad de almendras que lleve se distinguen varias categorías: suprema, extra, estándar y popular.

 

Si te fijas en sus ingredientes, observarás que estás ante un dulce muy saludable. Tiene elementos típicos de la dieta mediterránea como las almendras, la miel, el azúcar o los huevos.

 

El turrón es ideal para recuperar algo de energía en fechas navideñas cuando con tanta fiesta, estás de aquí para allá. Es una buena fuente de proteínas que te ayudan a ganar masa muscular. Además, también los hay sin azúcar. Las almendras son buenas para reducir el llamado ‘colesterol malo’ y su consumo diario aumenta el contenido de antioxidantes en tu organismo, por lo que tendrás tu cuerpo limpio y las células en perfecto estado. Por si todo esto fuese poco, te aporta vitaminas y no usa ni conservantes ni colorantes. ¡Totalmente natural!

 

La alta gastronomía también tiene cabida en el turrón. Son numerosos los sabores que se han ido creando con el paso del tiempo. Sin ir más lejos, Albert Adrià, hermanísimo de Ferran –uno de los chefs más prestigiosos del mundo–, ha creado el de pan, aceite y chocolate, otro de pastel de zanahoria o tarta de queso y, para los más exóticos, de vermut, mojito o gintonic.

 

Por San Antón, se acabó el turrón. Que a ti no se te acabe, no te quedes sin tu invierno más dulce. Miel, almendra, frutos secos y azúcar: ¡tu-rro-nes!