LA PLAZA

Así es la croqueta ideal

Esponjosa, crujiente e irresistible. ¿Cómo es la mejor croqueta del mundo? Te lo contamos: como la que hace tu abuela.

Tras horas de deliberación y discusiones varias en las que la gastronomía ha sido el tema principal, nos hemos topado con un gran problema: ¿cómo se hace la croqueta perfecta? Algo complicado de decir, al menos para nosotros. Así que, ni cortos ni perezosos, nos hemos lanzado a buscar la respuesta y, para ello, nada mejor que reunir a un centenar de abuelas para que cuenten sus secretos.

 

1. La bechamel

 

Nos ponemos serios y con las manos limpias. Hablar de la croqueta ideal es hacerlo de su bechamel. ¿El secreto? Tiempo. Nada de robots de cocina. Paciencia y sacar brazo para remover. ¡Mejor que ir al gimnasio! Digamos que una proporción idónea puede ser 100 gramos de harina, un litro de leche o caldo –a tu gusto–, 100 gramos de mantequilla y 100 gramos para el relleno. Vamos al lío y coge una buena sartén. Mejor que sea antiadherente y de buen tamaño. Añade la mantequilla y la harina y remueve sin parar hasta que quede tostada. Esto es lo que se denomina el roux de la croqueta. Te debe quedar una masa que al remover se quede algo pastosa. A fuego lento para no quemar la harina. ¿Cuánto tiempo? Unos cinco minutos, cuando veas que adquiere un color amarillento y queda la textura deseada. Es en este punto cuando hay que añadir la leche o el caldo y no parar de remover lentamente. ¡Importante! Echa el líquido poco a poco para que no se formen grumos y siempre calentado previamente. Desde que empiezas a echarlo hasta que terminas pueden pasar fácilmente unos 20 minutos.

 

Añade sal y una pizca de nuez moscada e incorpora el ingrediente estrella.

 

Algo de jamón, de pollo o incluso setas. Lo que más te guste, aunque no es recomendable mezclar sabores. Notarás que la bechamel está lista cuando remueves y se desprende con facilidad del fondo de la sartén sin dejar rastro. Ya lista, debes dejar enfriar en una bandeja. Es mejor que la hagas de un día para otro.

 

¿Sabías que para hacer bechamel para 500 croquetas puedes necesitas unos 22 litros de leche?

 

2. Formando las bolas

 

El tamaño importa y más aún en una croqueta. Se deben comer en un solo bocado para apreciar bien su esplendor. Ni muy grandes ni muy pequeñas. Si quieres que todas salgan de un tamaño similar, puedes formar las croquetas con dos cucharillas de café o con una manga pastelera y cortar a trozos. No obstante, siempre es mejor engrasarnos las manos y mancharnos sin miedo.

 

3. El empanado

 

Huevo batido, pan rallado y a jugar. Es divertido, incluso puedes pedirle ayuda a los niños en casa. Para darle un toque especial, dale un segundo empanado.

 

4. La fritura

 

Coge un buen aceite de oliva y ponte un delantal. Puedes freírlas en la freidora, pero las croquetas se hacen de maravilla en una sartén. Es fundamental hacerlas en pequeñas cantidades para no enfriar el aceite. La temperatura de este debe rondar los 175 grados y las croquetas a temperatura ambiente, así conseguirás que no se te abran. Con dorarlas un poco es suficiente, no queremos que absorban toda la grasa. Quítale el exceso de aceite con papel de cocina y ¡a disfrutar!

 

Nuestra tía Francisquita solo nos ha dado un consejo: mejor que hagamos croquetas con hueso para poder llevar la cuenta de cuantas nos comemos. ¡Son adictivas! Y tú, ¿tienes algún secreto para hacerlas?