LA PLAZA

Al son del melocotón

Jugoso, carnoso y delicioso. Todo un símbolo de la inmortalidad en su país de origen, China. ¿Quieres saber más sobre el melocotón?

Su nombre en latín es Prunus pérsica. Pese a ello, el melocotón no procede de Persia sino de China. Cuenta la leyenda que a Xiwangmu –un personaje de la mitología china llamado Reina Madre de Occidente– le gustaba recitar poesía en un jardín cercano a su palacio, en las montañas de Kunlun. Allí había plantado varios melocotoneros, unos árboles que florecían cada 3.000 años y sus frutos maduraban pasados otros 3.000 años. Casi nada. No es de extrañar que por aquella zona del mundo se le conozca como el fruto de la inmortalidad, representando a la eterna juventud y al poder de la longevidad.

 

Vale, nos hemos enterado de que procede de China, pero ¿por qué tiene en su nombre científico la palabra pérsica? ¡Fácil! Es un fruto que entró en Europa procedente de Persia y que poco a poco se fue extendiendo por el Mediterráneo. Grecia fue el primer país occidental en probarlo. Por allí era conocido como manzana de Cidonia –malum cotoniam en griego–.

 

¡Dejémonos de historias! ¿Qué hay de sus propiedades? El melocotón es apreciado como fruta fresca, ya sea para consumir en almíbar o para hacer mermeladas y confituras. Es un fruto carnoso, redondo y de piel aterciopelada. Es especialmente valorado por sus propiedades antioxidantes, que te mantendrán joven durante más tiempo. Además, protege tu estómago de posibles tumores y mejora tu visión haciendo que no te aparezcan cataratas. Mantiene en buen estado tu piel y es un buen remedio para cuidar tu boca, dientes y encías. Por si todo esto fuese poco, está muy recomendado para aquellos que tengan problemas al hacer la digestión o que sufran estreñimiento.

 

Al contrario de lo que puedas llegar a pensar, muchas de las propiedades que hemos citado anteriormente se encuentran en la piel. Sí, sabemos que tiene pelitos y puede que su tacto no sea demasiado agradable, pero es aconsejable comer esta fruta con la piel bien lavada. En cuanto a sus variedades, hay muchas, todas deliciosas y sabrosas. Es famosa la procedente de Calanda, cerca de Teruel, protegida por el sello de Denominación de Origen. Otras importantes son la Catherina, conocida por su gran calidad, Baby Gold, muy resistente al frío y deliciosa en almíbar, y Marujas, Calabaceros y Jerónimos, autóctonos de Murcia.

 

A la hora de comprarlos en tu plaza de abasto tienes que prestar atención a su piel: no debe tener manchas ni golpes.

 

Además, su olor tiene que ser muy aromático y para comprobar si el fruto está en su punto, basta con ver si las partes más verdes se han transformado en amarillo crema, o con apretar la zona del tallo. Al presionar ahí, si el dedo se hunde demasiado es señal de que ha madurado demasiado tiempo en el árbol. Ya en casa, los que estén más inmaduros colócalos en una zona alejada del sol y a temperatura ambiente, sin exceso de calor. Los maduros y firmes aguantan bien en la nevera, al menos dos semanas. Los más maduros debes consumirlos con más rapidez, duran algo menos de una semana, aunque los puedes congelar.

 

La carita redonda como un sol, la sonrisa redonda de melocotón. Bonito poema que nos recuerda que la mejor forma de comernos esta fruta es con una gran sonrisa. ¡Pon, pon, melocotón!