LA PLAZA

Zanahorias, el naranja en tu cocina

Ralladas, en rodajas o exprimidas en zumo. Asadas, hervidas o cocidas. Como acompañamiento o en repostería. Las zanahorias son una maravilla.

Cuentan que el origen de las zanahorias se encuentra en Afganistán, cuando se cultivaban allá por el año 3000 a.C. En un principio eran apreciadas por sus hojas y semillas, como el perejil o el comino. Así, los griegos y romanos las usaban con fines medicinales como afrodisíaco. Parece que llegaron a Europa en el siglo VI y actualmente son consumidas en todo el mundo.

 

Existen muchos tipos de zanahorias. En España, son conocidas las de las zonas de Cádiz, Córdoba, Granada –que encontrarás en primavera y principios de verano–, y las de Segovia y Valladolid, para el otoño y el invierno.

 

¿Sabías que el aroma de esta hortaliza sirve para estimular el apetito?

 

Nada mejor que tomar un poquito de zanahoria como aperitivo antes de comer. Si se come en crudo fortalecerás tus dientes y encías. Evitarás que las bacterias se peguen a tu dentadura y conseguirás estar prevenido ante posibles caries. Tienen mucha fibra y van fenomenal para regular la acidez del estómago. Su fósforo y potasio calmarán tus nervios. Sus pigmentos harán que pares el posible envejecimiento prematuro. Además, son muy diuréticas, ya que contienen mucha agua. Si eres madre, mejorarán la calidad de tu leche materna. Y claro, cómo no, son extremadamente buenas para proteger tu vista.

 

Los colores de las zanahorias

 

¡Zanahoria! Venga, imagina un color. Sí, seguro que has pensado en el naranja, pero ¿sabías que no siempre fueron así? En su origen eran naranjas por dentro y moradas por fuera. No fue hasta el siglo XVI cuando en Holanda se produjeron las primeras piezas de colores anaranjados. Cuenta la leyenda que los holandeses quisieron homenajear a su Casa Real, la ‘Orange’ –término que significa naranja en español–, y por eso las cultivaron de ese color. Bueno, lo cierto es que ya en el siglo VI había ilustraciones en las que se veía el tono naranja de las zanahorias, pero seguro que prefieres la historia holandesa, ¿verdad?

 

Son los carotenos los que le dan la tonalidad a estas hortalizas. Esto depende de la variedad que se cultive y de sus condiciones. Así, en invierno tendremos zanahorias más pálidas y en verano más oscuras. Poco a poco se van viendo en los mercados las variedades de diferentes colores. Puede ser una buena idea utilizarlas si quieres darle un aspecto distinto a tus platos.

 

Receta de crema de zanahorias

 

Tanto fría como en caliente, la crema de zanahorias se convertirá en una de tus recetas favoritas. Nutritiva, deliciosa y muy fácil de elaborar. Toma lápiz y papel, que empezamos. Para este plato necesitas 750 gramos de zanahorias, una cebolla y una patata –piezas pequeñas–, un apio, un par de cucharadas de mantequilla, medio vasito de leche, dos quesitos en porciones o 200 ml de nata líquida –a tu elección–, sal, pimienta y nuez moscada. ¿Todo listo?

 

Lo primero que debes hacer es tener limpias, peladas y troceadas las piezas de patata, cebolla, apio y zanahorias. Pon todo en la cazuela con un buen chorreón de aceite y un poco de sal –puedes sustituirla por una pastilla de caldo–. Déjala en el fuego media horita. Pasado este tiempo, retira la cazuela y ponle la leche, la mantequilla y los quesitos o la nata. Tritura para que quede fino –a la textura deseada– y lista para servir. Como toque final, ¿qué tal si decoras con unos dados de queso o unos trocitos de pan frito? Fría y servida en vasitos de chupito con un chorrito de aceite de oliva por encima y serás el mejor anfitrión. ¡Para chuparse los dedos!

 

Si ya lo decía la tía Francisquita: las zanahorias saben a gloria. Sanas, sanas. Ricas, ricas.