LA PLAZA

Vino caliente y ríase la gente

Siéntete como un auténtico legionario romano en sus largas travesías. Conoce la historia de su vino caliente y, sobre todo, aprende a prepararlo.

Frío, nieve y tempestad. Nada puede con este vino milenario que a nadie hace daño. Un romano llamado Marco Gavio Apicio escribió el primer libro de cocina que ha llegado hasta nuestros días. En él ya se mencionaba un vino especiado y caliente, el Contidum Paradoxum. Se usaba sobre todo para destacar sus propiedades medicinales. En invierno, los legionarios tomaban una buena dosis de este caldo. Los hacía más fuertes, soportaban mejor las temperaturas y conciliaban el sueño de maravilla.

 

En el norte de Europa es muy conocido. Claro, como es habitual, cada país tiene una receta diferente y lo bautiza de una forma distinta. El gluhwein en Alemania es tan popular como el gazpacho en España. Imagina un mercado navideño en Múnich rodeado de nieve y con un buen vaso de vino caliente entre las manos. Los suecos y daneses lo llaman glögg. En Polonia es el grazniec, al que le añaden miel, y en Francia lleva por nombre vin chaud.

 

Sabemos que más de uno se puede echar las manos a la cabeza si le dicen que tiene que calentar un vino tinto reserva en una olla, más aún si vive en el sur de Europa. No te pongas a temblar. Este tipo de recetas saben mejor con un vinito joven, ligero y afrutado.

 

Puede ser una bebida muy rica y muy económica. Seguro que sorprendes a tus invitados.

 

Receta de vino caliente y especiado

 

¿Te animas a prepararlo tú mismo? Vamos con la receta de esta prodigiosa bebida, que te hará entrar en calor y te reconfortará el cuerpo. Hay muchas formas de preparación pero a nosotros esta nos encanta.

 

Para empezar necesitas unos ingredientes muy básicos, de esos que todo el mundo tiene en casa o que se encuentran con facilidad en tu mercado de abasto. Consigue un par de botellas de vino tinto. Prepara unas bayas de anís estrellado –con cinco o seis es suficiente– y tres palitos de canela. Además, súmale algo de azúcar, cuatro o cinco clavos olorosos, un poco de miel y la piel de un limón y una naranja. ¿Listo?

 

Pon en una cazuela o una olla el anís, la canela y los clavos. Tuéstalos un poquito y añade el vino, el azúcar –es un poco al gusto, con cuatro cucharadas va fenomenal–, un chorreón de miel y las cáscaras de los cítricos. Consérvalo todo en el fuego hasta que hierva, deja un par de minutos y apártalo para dejar que la mezcla infusione durante por lo menos una horita. Fácil, ¿verdad? Ya puedes tomártela cuando quieras. Una bebida deliciosa. Recuerda que no tiene que colarlo, se sirve así. Puedes volver a calentarlo si te sobra algo.

 

También debes tener en cuenta que cuanto más tiempo tengas el vino calentándose, más cantidad de alcohol perderá y se quedará un gusto parecido al del caramelo.

 

Ideal para acompañar con unas onzas de chocolate negro. Se nos hace la boca agua.

 

El vino es un buen vino cuando se toma con un amigo. El refranero español es sabio. Venga, a ponerte con la receta y a invitar, beber y disfrutar.