LA PLAZA

La hora del vermut

Cuando el mediodía se acerca y el plato de aceitunas te ataca, sabes que se acerca el momento de disfrutar esta gran bebida: el vermut.

Cualquier tiempo pasado fue mejor. O eso dicen. Hubo un tiempo en el que las damas de la corte pedían un vino menos tosco que el tomado por los caballeros, así nació un vino aromatizado conocido como vermut. Bueno, esta es la concepción moderna, aunque habría que remontarse siglos atrás para ver su origen. Muchos lo atribuyen a Hipócrates de Cos, un famoso médico griego que buscaba un tónico medicinal mezclando hierbas y vino. Sin embargo, muchos otros sitúan el origen de esta bebida en el antiguo Egipto y el Imperio Romano. En la célebre obra La Odisea, de Homero, Helena le ofrece a su marido Menelao una preparación de hierbas egipcias. Historias y leyendas que le otorgan un punto mágico al vermut.

 

En 1786, un italiano procedente de Turín, Antonio Benedetto Carpano, creó una bebida destinada a las señoras de la alta sociedad. Para ello utilizó una receta alemana en la que mezcló vino y ajenjo, un arbusto con propiedades medicinales que se llama wermut en alemán. La receta fue todo un éxito y ampliamente copiada.

 

Vermú, vermut o vermouth. Da igual cómo lo llames, la cuestión es que en España abre el aperitivo desde hace décadas.

 

Tipos de vermut

 

Hay muchas maneras de preparar vermut, dependiendo del tipo de vino y del tipo de especias que utilices.

 

  • Vermut rojo. Posee un toque amargoso al final, aunque es bastante dulce en general. En España es el más típico y se toma con sabor a canela.
  • Vermut blanco. El más popular del mundo. Predominan los toques de cítricos y la vainilla en lugar de otros elementos amargos.
  • Vermut rosado. Va cogiendo cada vez más fama. Es suave  y se elabora con vino rosado o con una mezcla de tinto y blanco.
  • Vermut seco. Está indicado para hacer cócteles. Su amargor está por encima del que produce el rojo. Es equilibrado y con mucho sabor frutal.
  • Vermut de grifo. Antiguamente, en los bares contaban con un depósito del que iban sacando el vermut pero donde se seguía macerando. Así, se ofrecía una bebida tan fresca como auténtica.

 

 

Vermut casero

 

¿Pensabas que no podías hacerlo en casa? ¡Tonterías! Te enseñamos cómo hacerlo y te aseguramos que tus invitados van a quedar encantados. Los ingredientes son sencillos, apunta: dos litros y medio de vino blanco, uno que sea suavito y ligero, pero seco, 100 mililitros de vodka –también vale el aguardiente seco sin aroma–, un vaso pequeño de vino dulce –un moscatel o un oloroso dulce, por ejemplo–, diez clavos de olor, una rama de romero, un palito de canela, una naranja y un limón bien troceados con pulpa y piel, una nuez moscada –entera–, azúcar y semillas de cilantro, eneldo y cardamomo.

 

Su elaboración es fácil, aunque lleva su tiempo.

 

Lleva el vino a ebullición junto a las especias y los cítricos y aparta cuando rompa a hervir. Déjalo enfriar. Añade el vino dulce y el vodka y prueba antes de echarle el azúcar. Este puntito dulce es opcional y puedes eliminarlo si te gusta más fuerte. Ahora viene la espera. Tienes que dejarlo macerar bien tapadito unos 30 o 40 días –según lo fuerte que lo quieras– en un sitio fresco y seco. Si lo haces en verano, guárdalo en la nevera. Para servir debes colarlo antes.

 

¿Estás preparado para hacerlo en casa? No sabemos si vas a poder aguantar el mes de maceración, pero qué bien sienta luego.