LA PLAZA

Gulas, surimi y otras historias

¿Qué es el surimi? ¿De dónde vienen las gulas? Preguntas con respuestas para descubrir una técnica japonesa milenaria.

Todo gran productor tiene detrás una gran historia. La de las gulas está ligada irremediablemente a Álvaro Azpeitia, el padre de la criatura. Allá por los años 70, el alevín de la anguila, la angula, pasaba por una crisis. La falta de producto sacudía los cimientos de empresas como Angulas Aguinaga S.A. de la localidad de Aguinaga, en Guipúzcoa. Nuestro protagonista, el citado Álvaro Azpeitia, no dudó en coger las riendas de la empresa para poner en marcha una idea que le había surgido estando en Texas: hacer sucedáneo de angulas con la técnica de surimi. ¿En qué consiste la técnica? La palabra significa “músculo de pescado picado” y es de origen japonés, cuando se hacía hace más de nueve siglos.

 

El surimi se obtiene picando y mezclando partes de pescados poco comerciales como el abadejo.

 

Lo normal era crear palitos de marisco, aunque Álvaro cambió el rumbo de la historia. ¿Por qué no iba a hacer algo parecido con las angulas? Viajó a Japón para conocer en profundidad la técnica y ponerla en práctica en su empresa. Como todo, los comienzos no fueron fáciles. Las patentes, los nombres e incluso las bromas de sus compañeros de profesión fueron su cruz. En Tokyo también le tomaron por loco, pero al final consiguió lo que buscaba. Cuando obtuvo el producto deseado, invitó a sus amigos a una degustación y les preparó un plato de gulas de manera tradicional. “¡Qué pronto han venido las angulas este año!”, exclamó uno de ellos. “Son las primeras del año y las he traído para que las probéis”, le respondió Azpeitia. Solo al finalizar la comida les confesó la verdad.

 

Las gulas fueron todo un éxito. Se anunciaron en televisión en 1991 y en solo siete días se agotaron los 50.000 kilogramos de angulas hechas con surimi que se habían fabricado. El sueño de Álvaro se hizo realidad.

 

La fabricación de las gulas

 

Como hemos explicado, las gulas se hacen mediante la técnica del surimi. Para ello, se pican y mezclan trozos de músculo de pescado como el abadejo de Alaska, la merluza, el bacalao o la caballa. Se hace una pasta con fécula de arroz, aceites vegetales, claras de huevo, proteínas de soja y aroma natural de anguila. Además, para darle el color a los lomos se utiliza tinta de sepia.

 

Sin lugar a dudas, es un alimento excepcional. Muy rico en proteínas y bajo en calorías y grasas. Contienen todos los beneficios de los pescados y un 10 o 12 por ciento de proteínas de alta calidad. Aportan unas 160 calorías por 100 gramos de producto. ¿No te han entrado ganas de comerte un buen platito? Vamos al lío, que las gulas están deliciosas.

 

Gulas con gambas al ajillo

 

Vamos a preparar una receta que se puede comer durante todo el año y funciona genial como primer plato cuando tienes invitados en casa. No tardas nada de tiempo en prepararla y su sabor es sorprendente. Necesitas unos 400 gramos de gulas, la misma cantidad de gambitas peladas, una guindilla, cuatro dientes de ajo, aceite de oliva, sal y perejil picadito.

 

Lo ideal es preparar la receta en una cazuela de barro, aunque también puedes utilizar una sartén que tengas por casa. Pon a calentar el aceite y sofríe los ajos cortados en láminas junto a la guindilla en trocitos. Cuando veas los ajos ya dorados, añade las gambas y espera a que hayan cogido algo de color. No hace falta que las cocines demasiado. Por último, añade las gulas y mueve bien todo para que esté bien calentito y todos los ingredientes queden integrados. Antes de servir, adorna con un poco de perejil picado por encima. ¡A comer!

 

Esperamos que hayas cogido un buen pedazo de pan para mojar en la salsita. Delicioso. No nos queda otra que despedirnos como lo haría Álvaro Azpeitia en sus aventuras japonesa: ¡sayonara!