LA PLAZA

Donde no hay mata, no hay patata

Nos hemos propuesto darte de comer patatas. Un menú compuesto principalmente por este tubérculo. ¿Te vienes a almorzar?

Ser uno de los alimentos más consumidos en el mundo tiene que tener una razón, ¿no? ¿Será por su excelente sabor? ¿Quizá por sus propiedades? ¡No tenemos ni idea! Lo único que sabemos es que nos encanta. Vamos a sacarle partido a todo ese saco de patatas que tienes en casa. Vale, que las patatas fritas están muy ricas, pero también se puede innovar con este ingrediente. ¡Venga!

 

Entrante: Cestas de patatas rellenas

 

Comenzamos con una receta muy sencillita para abrir boca. Ideal como entrante para cuando recibas invitados en casa. Para su elaboración necesitas patatas nuevas –tantas como cestas quieras– con un tamaño uniforme. Vienen muy bien las bolsitas que venden para guarnición o para hacer al vapor. Cuida que no sean muy grandes, queremos que sea un bocadito. También necesitas sal y aceite de oliva. ¡Eso es todo!

 

Como queremos conservar la piel, vamos a lavar las patatas raspando y eliminando cualquier impureza que puedan tener. También puedes hacer los nidos quitando la piel, aunque pierden su gracia. Parte las patatas en dos para hacer las cestas. Pega un cortecito en la base de cada una para eliminar la curva y que queden bien asentadas. Con una cucharilla y la ayuda de un cuchillo, quita el interior de cada mitad. Añade sal y fríe las cestas. ¡Ya están preparadas! Para su relleno puedes optar por varias cosas. Calientes, como un delicioso pisto casero o unos taquitos de beicon con un poco de queso. O frías, como atún y mayonesa, o queso en crema con salmón ahumado. Que vuele tu imaginación.

 

Primero: Ensalada de patatas a la mostaza

 

Continuamos con una jugosa ensalada. Este plato puedes tomarlo solo o utilizarlo como guarnición de carnes o pescados. Como ingredientes para cuatro personas necesitas un kilogramo de patatas nuevas –como las de la receta anterior–, una cucharada grande de mostaza antigua, dos cucharadas de alcaparras, tres pepinillos en vinagre, la ralladura y el zumo de un limón, 100 mililitros de aceite de oliva y sal y pimienta al gusto.

 

Conservaremos la piel de las patatas, así que límpialas bien de impurezas. Cuécelas en agua con sal durante quince minutos aproximadamente. Tienen que quedar cocidas pero a la vez enteritas. Pinchando con un palito puedes saber el punto exacto. En esos quince minutos, puedes aprovechar para hacer una vinagreta. Mezcla el limón con el aceite y la mostaza, y salpimenta. Añade ahora las alcaparras y los pepinillos bien picaditos. Si quieres que te salga un sabor más fuerte, basta con añadir un poco del jugo de los pepinillos. Si ya han terminado las patatas, trocéalas y vierte la vinagreta sobre ellas. Reserva en frío hasta el momento de servir. Si te animas, puedes probarla a temperatura ambiente. ¡Riquísima!

 

Segundo. Guiso de patatas con setas

 

Cuando llega el otoño y el fresquito, nada mejor que un buen guiso. Si aprovechamos las setas de temporada, mejor que mejor. Coge un kilo de patatas, una cebollita, un pimiento rojo y una copa de vino blanco. Añade taquitos de jamón, un par de dientes de ajo, perejil picado, una hoja de laurel y una cucharada de pimentón dulce. También aceite, sal, pimienta y claro, ¡las setas! Con 300 gramos de níscalos vas bien, aunque puedes hacer un variado.

 

¡A picar! Quita la piel de las patatas y trocéalas. Haz lo mismo con la cebolla y el pimiento. Coge una cazuela y añade aceite. Cuando esté calentito, dora la cebolla y el pimiento e incorpora las setas. Añade el vino y salpimenta. Puedes rehogar unos ocho o diez minutos. Turno para las papas. Ponlas en la cazuela y añade un poco de agua o caldo de verduras. Fuego lento y a mitad de cocción pon un majado con los ajos y el perejil. Cuando esté todo casi listo, dora levemente los taquitos de jamón con el pimentón y mételos también en la cazuela. Un par de minutos más y estará listo para comer.

 

Seguro que te han quedado las tres recetas de rechupete. Saca la cámara y hazle una foto a cada plato, inmortaliza el momento. Un, dos, tres: ¡pa-ta-ta!