LA PLAZA

Consejos para combinar los alimentos

A veces no es tan fácil alimentarnos bien. No basta con comer ingredientes sanos. También hay que saber cómo comerlos.

Tu cuerpo se come todo lo que le pongas por delante. Hay que enseñarle. Es imprescindible para tu salud alimenticia que sepas qué comer y, lo que puede ser hasta más importante, cómo comer. Imagina que estás en un laboratorio y mezclas erróneamente dos productos. ¡Boom! Puedes producir una explosión que, como poco, te dejará sin cejas. En tu organismo puede ocurrir algo parecido. Con algunos simples consejos, vas a mejorar mucho tu digestión. Te sentirás menos pesado y absorberás mejor los nutrientes. ¡Qué poco cuesta comer bien!

 

Además de la calidad y de la cantidad de comida que ingieras, hay que tener en cuenta la mezcla de ingredientes que tomas. ¿Sabías que si comes espinacas y queso, tu cuerpo no absorberá bien el calcio del lácteo? Gases, malestar, cansancio, barriga hinchada, molestias estomacales, irritación o mal humor son algunos de los síntomas de una mala combinación de alimentos.

 

Estas teorías de combinaciones de ingredientes irrumpen en el siglo XX. El doctor William Howard, de Nueva York, inició un movimiento que más tarde popularizó otro médico, Herbert M. Shelton. Básicamente, estas teorías hacen referencia a que no todos los grupos de alimentos se digieren de igual forma. Necesitan tiempos diferentes de digestión, así como unas enzimas concretas para que los nutrientes puedan ser digeridos. Según el grupo de alimentos que ingieras, estarás activando en tu cuerpo una enzima u otra. Así, si la combinación no es correcta, se activarán los dos tipos de enzimas confundiendo al organismo y haciendo que la digestión dure más. Esto hace que lleguen las molestias y síntomas que hemos descrito anteriormente.

 

Grupos de alimentos

 

  • Frutas. Pueden ser dulces, como los plátanos o los higos. Subácidas, por ejemplo las manzanas o las cerezas. Y ácidas, naranja, piña o limón.
  • Grasas. Como el coco, la aceituna o la mantequilla. En este grupo también entran los aceites.
  • Verduras y hortalizas. Lechugas, espinacas, acelgas, berenjenas y un sinfín más.
  • Hidratos de carbono. Aquí entran en juego los cereales (arroz, trigo, pasta, pan), los pseudocereales (quinoa o amaranto) y los tubérculos (patata, boniato, zanahoria o yuca).
  • Proteínas. Es uno de los grupos más amplios. En él se incluyen las legumbres (soja, lentejas, garbanzos o alubias), los frutos secos y semillas (pipas, almendras o nueces) y los alimentos de origen animal (leche, carne, pescado, etc).

 

Conociendo estos grupos es relativamente sencillo combinar bien los alimentos según las teorías de los expertos. Vamos con unas claves de lo que no se debe hacer:

 

  1. Las proteínas y los carbohidratos no son buenos amigos. Eso incluye el pollo con patatas.
  2. Mezclar distintos tipos de proteínas no es bueno. Sí está permitido mezclar proteínas con un mismo origen, por ejemplo proteínas de origen vegetal.
  3. Se pueden mezclar las proteínas con las grasas. Eso sí, con moderación. Al contrario de lo que se pueda pensar, las grasas son una buena combinación para todo menos para la fruta.
  4. La fruta, mejor sola. Apetece después de una buena cantidad de proteínas, pero se digiere muy rápido y sus azúcares quedan retenidos en la digestión del resto de ingredientes. Solo se debe combinar la fruta con vegetales de hoja verde. La excepción es el melón: no lo mezcles ni con otras frutas, ya que es el que más rápido se digiere.
  5. Puedes mezclar almidones diferentes. Lo mejor es mezclarlos con vegetales que no contengan almidón.

 

No obstante, no debemos olvidar que es un campo que está en constante evolución. La moderación es la clave. Recuerda, la mejor medicina es la buena comida.