LA PLAZA

A nadie le amarga un dulce

¡Qué razón tiene el refrán! La glucosa es un combustible del cuerpo. Su consumo moderado aporta salud y sabor.

El dulce es lo que tiene: un sabor muy atractivo. Ideal para combinar en multitud de recetas. Para chuparse los dedos, vamos. Es posible endulzar los alimentos de forma sana. Para ello, quizá sea buena idea repasar nuestros conocimientos sobre las distintas variedades de productos edulcorantes, así como sus usos.

 

La sacarosa y la fructosa son los compuestos azucarados más conocidos en el mundo. El primero es el más popular para otorgar un sabor dulce a las comidas. El segundo es el que se encuentra en multitud de frutas, como las naranjas o las fresas, pero también en la miel.

 

A simple vista, te puede sorprender la gran cantidad de tipos de azúcares que existen. Una clasificación muy básica delimita el azúcar en blanca, de caña integral y otros más especiales como la melaza o los azúcares líquidos. A su vez, estos pueden distinguirse según su grado de refinado –con un color más o menos blanco– y el tamaño del grano o el cristal.

 

El azúcar blanquilla es el más común. Muy utilizado en repostería y disuelto en las bebidas.

 

Tiene un tamaño medio. Es muy puro, con un 97 % de sacarosa. Ideal para realizar deliciosos flanes, natillas, pasteles, bizcochos y helados. También está el Caster, conocido a su vez como superfino. Este tiene un tamaño de grano de unos dos milímetros. En España no se usa demasiado, es bastante popular en Reino Unido. Los azúcares en polvo ocupan toda la gama del azúcar glass y lustre. Está tan triturado que se ha convertido en polvo. Es fantástico para espolvorear y para realizar postres como los macarons, en los que no se debe apreciar ningún granulado.

 

Finalmente, es posible que hayas visto el perlado en algún viaje por el centro y el norte de Europa. Su grano es redondo y posee un tamaño superior al corriente. Se utiliza, sobre todo, en la bollería escandinava.

 

Cuando al azúcar blanco, que ya ha sido refinado, se le añade melaza –una especie de jarabe sobrante en el proceso de fabricación del azúcar de caña– se convierte en moreno. Según la cantidad de melaza que se le añada, tendrá un color más oscuro o más claro. No es habitual en España, salvo el azúcar moreno corriente, utilizado en repostería y condimentación, y el integral, llamado así por envolverse en el propio jugo de la caña, y presentando en forma de pastillas. La principal diferencia con el azúcar blanco es que este tiene un sabor más acaramelado.

 

Nuestra tía Francisquita siempre dice que con azúcar y miel, hasta los caracoles saben bien.

 

Ponle dulce a la vida, pero ya lo sabes, con moderación. No edulcores los alimentos que contienen una gran cantidad de azúcares. Y siempre que puedas utiliza métodos naturales como la miel.